Mundo de Papel
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15.550,45 €
Vivo en un mundo de papel, en una carcel escrita con dedos contrahechos, en un país de fronteras difusas del que nunca escapa nadie. Vivo en el intermedio, entre la humillación, bajo la mentira, sorprendido por actitudes que ni el más cobarde espera. Aterrado por el dolor de lo incierto. Asombrado por lo amargo de una derrota iterandose hasta la nausea.
Vivo prisioneo de la desgracia. Atento al desastre. Pendiente del final. En el fondo lo siento por aquellos que aseguran quererme, por los ojos hinchados y la fatalidad imparable.
Vivo en un mundo de papel que yo mismo construyo día a día. De espirales, de erizos muertos y llenos de moscas. De peste. Vivo en un planeta que a veces se cansa de girar, que no espera, que vomita. Triste, gris, de cuadros rojos y verdes, pegajoso como un sofá de eskai.
Vivo en un mundo de papel que arde, lleno de gente que escupe gasolina y a la que odio profundamente.
Joder. Vivo la pesadilla de un mosquito, el dolor de una cucaracha. Y sonrío.
A veces sólo importa lo lejano, lo difuso. Otras es tu sangre la que empaña el espejo de tu baño, y comprendes demasiado tarde que otra vez estás vivo.
Todavía.
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Vivo en un mundo de papel, en una carcel escrita con dedos contrahechos, en un país de fronteras difusas del que nunca escapa nadie. Vivo en el intermedio, entre la humillación, bajo la mentira, sorprendido por actitudes que ni el más cobarde espera. Aterrado por el dolor de lo incierto. Asombrado por lo amargo de una derrota iterandose hasta la nausea.
Vivo prisioneo de la desgracia. Atento al desastre. Pendiente del final. En el fondo lo siento por aquellos que aseguran quererme, por los ojos hinchados y la fatalidad imparable.
Vivo en un mundo de papel que yo mismo construyo día a día. De espirales, de erizos muertos y llenos de moscas. De peste. Vivo en un planeta que a veces se cansa de girar, que no espera, que vomita. Triste, gris, de cuadros rojos y verdes, pegajoso como un sofá de eskai.
Vivo en un mundo de papel que arde, lleno de gente que escupe gasolina y a la que odio profundamente.
Joder. Vivo la pesadilla de un mosquito, el dolor de una cucaracha. Y sonrío.
A veces sólo importa lo lejano, lo difuso. Otras es tu sangre la que empaña el espejo de tu baño, y comprendes demasiado tarde que otra vez estás vivo.
Todavía.
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