Mentiras
En las películas americanas, principalmente en todas aquellas que tienen que recaudar dinero suficiente como para alicatar con oro el baño de los productores, el bueno es siempre muy bueno, el malo siempre malísimo y la decencia, la bondad y la justicia ( y el modo de vida típicamente americano) siempre triunfan sobre la perfidia y la opresión : antes comunismo, ahora terrorismo, siempre una excusa.
Después de unas elecciones, contemplas asombrado como todas las facciones afirman que nadie ha perdido, que todo va a cambiar para mejor y que el mundo a partir de ese mismo instante va a ser un lugar maravilloso, porque antes era un lugar infernal en el que los antiguos dirigentes nos habían sumido.
El fútbol, el baloncesto y la fórmula 1, son modelos de vida, arquetipos que los padres deben alcanzar a costa de sus hijos.
En las películas porno, las mujeres alcanza el clímax con una felación y les encanta que les eyaculen en la cara.
¿Cuántas mentiras somos capaces de soportar? ¿A cuanto estamos dispuestos a renunciar mientras nos mantengan alimentados y entretenidos? ¿Cuánto seríamos capaces de arriesgarnos a costa de nuestro futuro pero en beneficio un bien común y mucho mayor?
En el mundo real Neo es delgaducho y harapiento.
En el mundo real
En el mundo real, los deportistas de elite podrían reconstruir el mundo con sus salarios.
En el mundo real, los ecologistas de terciopelo, viven en el lujo del primer mundo, mientras miles de niños se mueren de hambre.
En el mundo real, el dinero es lo único que importa.
En el mundo real Naruto habría quedado en coma después de su primera misión, y soñaría con el cadáver de Sasuke.
No pido héroes, porque yo mismo vivo soporizado. Tan solo pido un poco de consecuencia. Vivamos y dejemos vivir, pero no intentemos salvar el mundo sentados en el sillón de nuestra casa, sin mover un dedo. Y lo dice alguien que se ha gastado 18.000€ en comics, pero que por lo menos no agita ninguna bandera. No hay idealistas en el tercer mundo, ni ecologistas, ni nacionalistas. Allí sólo tienen hambre. Y eso sí es una tragedia.
Lo sé, lo sé, pero de ilusión también se vive.